
Un problema muy común en la oficina: La carpeta de no deseados del Outlook filtra a diario varios correos sin ningún interés que machacona e inexorablemente se reciben todas las semanas. Spam, le llaman. Por lo general escritos en inglés, casi la mitad proclaman las virtudes del Viagra o de otras pastillas orientadas al vigor del rigor, y casi la otra mitad es información comercial sobre las últimas técnicas en alargamiento de pene (sin/con cirugía, tortura siempre garantizada). Quizás un 10% de estos correos sean promociones de viajes y ocio, pero está claro que la inmensa mayoría del spam entrante apela a optimizar los rendimientos del octavo pasajero.
Por otra parte, acaba de estrenarse el culebrón/serie “Sin tetas no hay paraíso” en Telecinco. Tan evocador título sugiere capítulos y capítulos de retorcida tensión argumental salpimentada con las bondades de los geles de silicona. Dudo que TV3 acabe adaptando una producción del tipo “Sense pits no hi ha paradís”. La tele catalana es gafipastil por norma, y aquí un culebrón solo funciona si el tema central es el corazoncito del botiguer del barri y las querencias de su redil vecinal y familiar, siempre con el imperativo categórico (por ser consustancial al género local) de que al guionista no se le olvide incluir entre la parroquia de vecinitos al castellanoparlante simpaticote, simploncete y andalúz, así como a la guapa, joven y exótica inmigrante proveniente de otra cultura del tercer mundo que a pesar de sus orígenes se administra a las mil maravillas a la hora de conjugar pronoms febles. (¿Tú no, gañán? ¡Ay-yayai!)
Bueno, volvamos a la cuestión. ¿No habíamos quedado que todo ese rollo del bigger-longer-harder era una moda de los 90? ¿No está desfasado? ¿Ya no vale eso de "el tamaño no importa", alló que "al pot petit s'hi troba la bona confitura"?
En estos convulsos tiempos de desencuentro, incluso entre Ferraz y Nicaragua, quisiera proponer una entente creativa entre los pensadores teleparrilleros de ambos lados del Ebro. Genitalismos aparte, por favor.
El título podría ser “Sin manos no hay galletas” / "Sense mans mai tindràs galetes", para no cometer la incorrección política de traducir literalmente. Nada de verduras, nada de fruta, sin nabos ni melones. Rotundo y reduccionista, como tanto gusta a unos. Desdeñoso y moralista, para mayor gloria del seny de otros.
Por otra parte, acaba de estrenarse el culebrón/serie “Sin tetas no hay paraíso” en Telecinco. Tan evocador título sugiere capítulos y capítulos de retorcida tensión argumental salpimentada con las bondades de los geles de silicona. Dudo que TV3 acabe adaptando una producción del tipo “Sense pits no hi ha paradís”. La tele catalana es gafipastil por norma, y aquí un culebrón solo funciona si el tema central es el corazoncito del botiguer del barri y las querencias de su redil vecinal y familiar, siempre con el imperativo categórico (por ser consustancial al género local) de que al guionista no se le olvide incluir entre la parroquia de vecinitos al castellanoparlante simpaticote, simploncete y andalúz, así como a la guapa, joven y exótica inmigrante proveniente de otra cultura del tercer mundo que a pesar de sus orígenes se administra a las mil maravillas a la hora de conjugar pronoms febles. (¿Tú no, gañán? ¡Ay-yayai!)
Bueno, volvamos a la cuestión. ¿No habíamos quedado que todo ese rollo del bigger-longer-harder era una moda de los 90? ¿No está desfasado? ¿Ya no vale eso de "el tamaño no importa", alló que "al pot petit s'hi troba la bona confitura"?
En estos convulsos tiempos de desencuentro, incluso entre Ferraz y Nicaragua, quisiera proponer una entente creativa entre los pensadores teleparrilleros de ambos lados del Ebro. Genitalismos aparte, por favor.
El título podría ser “Sin manos no hay galletas” / "Sense mans mai tindràs galetes", para no cometer la incorrección política de traducir literalmente. Nada de verduras, nada de fruta, sin nabos ni melones. Rotundo y reduccionista, como tanto gusta a unos. Desdeñoso y moralista, para mayor gloria del seny de otros.
Y si a un miembro del equipo de guionistas se le ocurre cambiar la galleta por un roscón, despidan inmediatamente a ese guarro cochino degenerado, que ya se le ve venir...